Un legado eterno: el helenismo
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Si bien la unidad política que había
forjado Alejandro se deshizo a su muerte, su legado cultural perduró. Sabía que
sólo podía asegurar el poder sobre tan inmensos territorios aceptando sus
religiones y costumbres, así como pactando e incorporando a las élites locales
a las esferas de poder. Como gran acto de propaganda hizo reproducir miles de
bustos y efigies con su rostro, que distribuyó profusamente. También se hizo
coronar rey y divinizarse en cada territorio que conquistaba, al tiempo que se
casaba o tomaba como amantes a princesas de las noblezas locales, cosa que
también animó a hacer a sus hombres.
Fundó más de setenta ciudades, de las que
las dos terceras partes llevaban su nombre. El resultado fue una total mezcla
de culturas, modas y creencias que supuso la difusión, como nunca había
sucedido hasta entonces, de la cultura griega por todo Oriente Próximo, proceso
que pasó a la Historia con el nombre de helenismo.
HERENCIA
PARA ROMA. La semilla de la fusión cultural había
quedado sembrada y Roma, siglos después, lo aprovecharía para extender y
consolidar sus conquistas en parte del imperio que había forjado Alejandro.
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