domingo, 7 de febrero de 2016

Un legado eterno: el helenismo

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Si bien la unidad política que había forjado Alejandro se deshizo a su muerte, su legado cultural perduró. Sabía que sólo podía asegurar el poder sobre tan inmensos territorios aceptando sus religiones y costumbres, así como pactando e incorporando a las élites locales a las esferas de poder. Como gran acto de propaganda hizo reproducir miles de bustos y efigies con su rostro, que distribuyó profusamente. También se hizo coronar rey y divinizarse en cada territorio que conquistaba, al tiempo que se casaba o tomaba como amantes a princesas de las noblezas locales, cosa que también animó a hacer a sus hombres.


Fundó más de setenta ciudades, de las que las dos terceras partes llevaban su nombre. El resultado fue una total mezcla de culturas, modas y creencias que supuso la difusión, como nunca había sucedido hasta entonces, de la cultura griega por todo Oriente Próximo, proceso que pasó a la Historia con el nombre de helenismo.


HERENCIA PARA ROMA. La semilla de la fusión cultural había quedado sembrada y Roma, siglos después, lo aprovecharía para extender y consolidar sus conquistas en parte del imperio que había forjado Alejandro.

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