Ashoka, el emperador pacifista de la India
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Ashoka fue el tercer emperador de los maurya, una dinastía
que entre los siglos IV y II a.C. dominó casi la entera totalidad de la India.
Pakistán y parte de Afganistán. Con habilidad y poderío militar, los maurya se
fueron expandiendo progresivamente desde Pataliputra (Patna), la capital del
reino, situada en la cuenca del río Ganges, hasta que Ashoka logró unificar
todo el territorio de la India por primera vez en la historia.
Cuenta una leyenda india, de tradición budista, que Ashoka
era hijo del rey Bindusara y de una de sus esposas, Subhadrangi, la hija de un
brahmán. Apartada del lecho del rey por una intriga palaciega, cuando al fin
tuvo acceso a su esposo y le dio un hijo, se cuenta que le puso el nombre de
Ashoka, <el que no tiene pena>, porque al nacer el bebé había acabado con
las angustias de su madre. El príncipe Ashoka gozó siempre de la confianza de
su padre, quien le encargó el gobierno de las provincias de Ujjain y de
Gandara. Al morir Bindusara en 273 a.C., Ashoka se hizo con el poder, aunque
para ello ordenó matar a todos sus hermanos —seis según una fuente: 99 según
otras— y someter a torturas a sus partidarios. Tras cuatro años de sangrienta
guerra civil, se asentó finalmente en el trono de Pataliputra y dio inicio a un
reinado que se caracterizó por un cruento despotismo.
Soberano implacable
Las crónicas, en efecto, recogen numerosos episodios, quizá
legendarios, que le valieron el sobrenombre de Chanda Ashoka, <Ashoka el cruel>. Se decía, por ejemplo, que
cuando en una ocasión las mujeres de su harén lo despreciaron por su fealdad,
ordenó quemar a quinientas. El peregrino budista chino Fa Xian recogió asimismo
la tradición de que Ashoka había hecho construir un infierno terrestre en forma
de jardín amurallado, al que el emperador atraía a los curiosos para torturarlos
de forma horrible. La leyenda cuenta que un monje budista soportó los suplicios
y de este modo logró convertir al soberano.
Sin embargo, el relato mis común de la conversión de Ashoka
tiene que ver con la práctica conquistadora de los maurya. Con el padre de
Ashoka, Bindusara, el Imperio se había consolidado como el más poderoso y extenso
de Asia. Sólo se resistía al omnímodo control de los maurya un próspero reino
situado en La costa este del subcontinente indio, Kalinga. en el actual estado
de Orissa. Hacia el afio 262 a.C., ocho años después de su subida al trono.
Ashoka emprendió una campaña militar para anexionarse este territorio que se
vio coronada con el éxito. Según las estimaciones del propio rey, 150,000
personas fueron deportadas y otras 100,000 murieron, siendo muchas más las que
posteriormente sucumbieron a sus heridas. Al pisar el campo de batalla y ver
con sus propios ojos las montañas de cadáveres apilados y las lágrimas de los
vencidos. Ashoka comprendió que la conquista de un reino significaba muerte y
destrucción para todos, ya fueran amigos o enemigos, y desventura para aquellos
cautivos que se verían lejos de sus familias y sus tierras.
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