A principios del siglo XX, la
Ruta de la Seda era un sendero de fantasmas en el corazón de Asia
Central y el oeste de China. Hacía a tiempo que la vía terrestre que una vez
unió los intereses comerciales del Extremo Oriente y el Mediterráneo y que
propició un riquísimo diálogo intercultural era poco más que un vago recuerdo,
en una época en la que los contactos entre el este y el oeste se forjaban en el
mar.
Una vía ignorada. Aurel Stein rescató del olvido esa
civilización transfronteriza y ecléctica formada por los pueblos del horizonte
cultural centroasiático de la
Ruta de la
Seda, que resurgió de sus cenizas con el cambio de siglo. Húngaro de
nacimiento y británico de adopción, Stein era un ejemplo de explorador
humanista y multidisciplinar. Eminente indólogo, conocedor de Sánscrito y el
persa entre otras lenguas, y excepcional cartógrafo, residió en India desde
finales de la década de los 80 del siglo XIX. Poco a poco se gestó el gran
proyecto de su vida: explorar y dar a conocer las maravillas olvidadas de Asia
Central, estudiando a tondo la Ruta de la Seda desde el punto de vista
arqueológico, geográfico y etnográfico.
Un mundo de hallazgos. Entre los años 1900 y 1915 llevó a
cabo sus tres grandes expediciones, en las que recorrió más de 40.000 km a lo
largo del Occidente chino y las montañosas regiones de Asia Central, a través
de los temibles desiertos de Gobi y el Taklamakán. Stein descubrió nuevas
lenguas, pueblos olvidados, rescató valiosísimas obras de arte budista en forma
de pinturas, esculturas y manuscritos de valor incalculable. Sin duda, el más
espectacular de sus descubrimientos fueron las Cuevas de los Mil Budas en
Dunhuang. en pleno desierto de Gobi, que proporcionaron formidables hallazgos,
fundamentalmente de la dinastía Tang, arrojando luz sobre la interacción
Oriente-Occidente en la edad dorada de
la
Ruta de la Seda. Con todo. Stein, que falleció en Kabul a la edad de 81
años, se forjó una reputación de cazador de tesoros y pronto esta antigua vía
se convirtió en motivo de agria disputa entre las potencias (Gran Bretaña y
Rusia) que suspiraban por emular los hallazgos de Stein y por el dominio
estratégico de la región.
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