La ciudad tallada en la roca
0Quintaesencia del aventurero romántico, Jean-Louis Burckhardt vivió intensamente sus escasos treinta tres años de vida, marcados por una obsesión: localizarlas fuentes del rio Niger, uno de los trofeos más preciados por los exploradores de la época.
Muchos otros lo habían intentado antes que él y no fueron
pocos los que murieron en el intento, pero Burckhardt
era de los que no dejaban nada al azar.
Aventurero profesional. Preparó la expedición minuciosamente,
familiarizándose con toda clase de disciplinas científicas y aprendiendo árabe
para hacerse pasar por un mercader sirio. Una vez en Alepo oyó por vez primera
hablar de las legendarias e inexploradas ruinas de la antigua capital del reino
nabateo. Así, tras un largo periplo por Siria, Líbano y Palestina, el
aventurero suizo, acompañado de un guía local, encontró finalmente el angosto
valle en el que se ubicaban los imponentes edificios tallados en la roca de
Petra, emplazamiento clave durante el siglo IV a.C. en el control de las rutas
caravaneras que pasaban por Arabia. Burckhardt
era un explorador, no un arqueólogo, por eso, difundido el descubrimiento,
siguió camino aún decidido a encontrar las fuentes del Níger. Todavía tendría
tiempo de descubrir para Occidente el templo de Ramsés II en Abu Sim bel antes
de que la disentería interrumpiera definitivamente su expedición en octubre de
1814: en El Cairo expiró su último aliento.
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