
El magnicidio no era en la Antigüedad algo tan excepcional como hoy nos pueda parecer: las sucesiones en el poder se producían muchas veces de manera violenta, y Roma no fue una excepción. Pero, a pesar de que la conspiración estaba al cabo de la calle, ninguna fue tan dramática ni recordada como la que acabó con Julio César. Apuñalado en pleno Senado, con la participación de personas cercanas, su asesinato fue profusamente tratado por los historiadores e incluso por los escritores, siendo Shakespeare quien lo convirtió en una emocionante e imperecedera pieza dramática que ha influido mucho en nuestra visión.
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